martes, 28 de enero de 2014

Batallitas: René Pottier, el ciclista romántico

En el último programa nos pusimos románticos en esta sección, aún sin nombre. Como romántico fue nuestro protagonista de esta semana: René Pottier. Este francés, nacido un 25 de junio de 1879, fue una de las primeras estrellas del ciclismo de su país y de la historia del Tour de Francia. Lástima que su carrera acabase de forma brusca… por amor.


Amor en todos los órdenes de la vida. Y sobre todo a dos cosas: al ciclismo, su deporte, y a su mujer. Considerado como el primer gran escalador de la historia, antes de convertirse en profesional ya dio muestras de su talento. Uno de sus primeros logros fue su segundo puesto en la carrera Burdeos – París en 1905.

Pese a que su especialidad era la montaña, Pottier dominaba todas las facetas del ciclismo incluyendo el fondo. Precisamente, en 1903, mientras la inmensa mayoría de sus rivales apenas podían soñar con algo así, él completó 40 kilómetros y ochenta metros en una hora, un casi récord, sólo por detrás del que ostentaba un americano llamado Hamilton, con una marca de 40 kilómetros y 781 metros. En 1904, Pottier se superaría de nuevo a sí mismo, aunque nunca alcanzó este registro.

Ya como profesional, logró notoriedad alcanzando segundos puestos en las carreras de París - Roubaix y en la mencionada Burdeos – París en 1905. En 1906 volvió a competir en la segunda de estas citas, siendo tercero. Y eso que las lesiones lastraron buena parte de sus actuaciones en estos campeonatos.

Pero, sin duda, su mayor éxito llegaría en el Tour de Francia. En 1905 se realizó por primera vez una etapa de montaña en el llamado Balón de Alsacia, una montaña de 1.247 metros de altura situada en la frontera entre las regiones de Alsacia, Lorena y el Franco Condado. Pottier tuvo el honor de convertirse en el primer hombre que ascendió el primer puerto de montaña del la historia en la ronda gala, subiendo esta elevación sin poner un pie en tierra, con una bici de 20 kilos de peso y por una carretera sin asfaltar. Casi nada.

Eso sí, un fallo mecánico le privó de ganar esa etapa, que acabaría venciendo su compatriota Hippolyte Aucouturier, otro gran ciclista de la época, que tuvo la decencia de prestarle una rueda de repuesto para que terminase la etapa. Tras su esfuerzo en Alsacia, Pottier tuvo que abandonar el Tour, aquejado de una tendinitis.

Al año siguiente repetiría hazaña en el mismo escenario, pero entonces no fallaría más: Ganó cuatro etapas consecutivas además del Balón de Alsacia (de la segunda a la quinta) y también la última en París, y se coronó campeón de la carrera ciclista más importante del mundo. 1906 vio nacer a una gran estrella.

Una leyenda que le acompaña dice que en ese Tour, en la 5ª etapa, Pottier llevaba una hora de ventaja cuando decidió pararse en un bar y pedir una botella de vino. Se la bebió casi entera, cazó a los que le adelantaron, y ganó. Algo que nunca se ha demostrado.

Sin embargo, René Pottier era un hombre impregnado del romanticismo de la época. En 1907 y con sólo 28 años, descubrió que su mujer se veía con otro hombre. Tras una ardua discusión ella le abandonó, y su reacción fue trágica. Se ahorcó, víctima de una profunda depresión, colgado del gancho donde colocaba su bicicleta en el garaje de su equipo, el Peugeot.

El mundo del ciclismo perdía así al “taciturno”, como se le apodaba, porque nunca se reía. Poco después, Henri Desgrange, creador del Tour, levantaría un monumento en su honor en la cima del Balón de Alsacia. Una montaña que siempre recordará al primer gran ciclista escalador de la historia.

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