Ray Mancini era ya por entonces un boxeador muy popular. Su padre, Lenny Mancini, había sido boxeador en los años 40, aunque nunca pudo demostrar del todo su valía debido a una lesión que arrastró tras combatir en la Segunda Guerra Mundial. Su hijo prometió recoger el testigo y tras 50 peleas amateur, Ray se convirtió en luchador profesional en 1979.
Se hizo inmediatamente muy popular, gracias a su estilo agresivo y a su poderosa pegada. Tras 20 victorias consecutivas tuvo la oportunidad de cumplir el sueño de su padre peleando por el título de peso ligero del WBC (Asociación Mundial de Boxeo) contra el legendario Alexis Arguello. Ray perdió, pero siete meses más tarde, el 8 de mayo de 1982, ganó finalmente el título. Un galardón que defendió hasta cuatro veces. Su tercer combate en esta serie fue contra Duk Koo Kim.
Aquella tarde, en al Caesar’s Palace de Las Vegas, un hombre, Ray Mancini, golpeó sin tregua ni piedad a su rival durante catorce largos asaltos. El surcoreano cayó finalmente al suelo en el decimocuarto, pero antes se había repuesto de cada puñetazo volviéndose a enfrentar al norteamericano sabiendo que no tenía opciones de ganar. Prefirió ser noqueado a abandonar. Se desplomó en su rincón muy poco después de que la pelea fuese parada y se le retiró del cuadrilátero en una camilla. Después cayó en coma. Más tarde se comentó que en el espejo de su habitación había escrito las proféticas palabras: "Matar o morir". Finalmente, fue el triste destino de Duk Koo Kim.
Murió el 17 de noviembre de 1982 a consecuencia de los golpes recibidos. Ray Mancini, apodado ‘Boom Boom’, no volvió a ser el mismo. Defendió el Título una vez más con éxito, antes de perderlo ante un desconocido Livingstone Bramble en 1984. Nunca alcanzó de nuevo su viejo nivel de agresividad de aquellos días.
El boxeo tampoco volvió a ser el mismo. Se decidió bajar las peleas de 15 a 12 asaltos. Se pensó en la seguridad de los púgiles. El árbitro de aquella pelea, Richard Greene, se suicidó unos meses después. La madre de Kim hizo lo mismo cuatro meses después de la muerte de su hijo, algo que hizo pensar si el boxeo era realmente un deporte o un acto de salvajismo que ya no tenía lugar dentro de una sociedad civilizada.
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