miércoles, 9 de abril de 2014

Batallitas: Teófilo Stevenson, el boxeador rojo

Regresamos en esta sección sin nombre para repasar la carrera de una figura simbólica y curiosa del deporte que nació un 29 de marzo, de hace 64 años, en 1952. Se trata del boxeador cubano Teófilo Stevenson, ese hombre que prefirió ser leal al régimen político de su país antes que “venderse” al dinero y la fama que pretendían reclutarle para la causa.

Teófilo Stevenson es todo un mito de la historia del boxeo, y eso que nunca sabremos realmente cuál fue su nivel real con respecto a las otras estrellas que fueron contemporáneas a él. De entrada ostenta todo un récord, pues fue el segundo atleta de toda la historia que logró proclamarse triple campeón olímpico. Eso sí, nunca abandonó el boxeo amateur.

 “El Pirolo”, como se le conoció durante su carrera, un apodo puesto por el líder de la Revolución y del régimen comunista cubano, Fidel Castro, que siempre se jactó de ser “su amigo” y que se aprovechó de su fama para su causa política, nació a poco menos de 700 kilómetros de La Habana, procedente, como no podía ser de otra forma, de una familia humilde. Creció como un niño más, entre plantaciones de algodón; Pero el destino le tenía reservados otros planes.

Teófilo se aficionó al boxeo por su padre, quien llegó a pelear en algunos combates sin demasiado éxito. Ya en el colegio era frecuente verle pelear con sus compañeros y rápidamente fue iniciado en el mundillo por un ex campeón cubano de los años treinta, John Herrera. Los inicios de Stevenson no fueron buenos. Perdió varios combates y, para empeorar la situación, tras la revolución cubana en 1962 se abolió toda práctica de deporte profesional en el país. En lugar de eso se pone en marcha la Escuela Cubana de Boxeo, destinada a captar a los mejores talentos nacionales, pero en tono amateur.

Sin embargo, ¿podríamos llamar amateur a un boxeador que fue capaz de proclamarse tres veces campeón de unos Juegos Olímpicos? Teófilo Stevenson logró 301 victorias en 321 combates, entre ellas las preseas en Múnich 1972, Montreal 1976 y Moscú 1980; Además, se llevó los campeonatos del mundo de aficionados en 1974, 1978 y 1986 y un incontable número de títulos en otras competiciones internacionales.

Obviamente, su éxito no pasó desapercibido para el “enemigo americano”, donde el boxeo siempre ha sido un gran negocio y un espectáculo muy popular. Varias veces trataron los Yanquis de organizar una pelea “del Siglo” que enfrentase a la gran estrella cubana y, por ende, comunista, con alguno de los pesos pesados del país bandera del capitalismo. Era la época de grandes nombres como Joe Frazier o, sobre todo, Muhammad Alí. Se dice que le llegaron a ofrecer cinco millones de dólares por pelear con este último, pero fue entonces cuando llegó su lapidaria e histórica cita: “Prefiero el cariño de 8 millones de cubanos a todo el dinero que me puedan ofrecer”. Castro se regodeaba en su sillón con su puro en la boca.





“Antes rojo que rico”. Esta es la sentencia que ha quedado sobre la vida de un hombre que recibió numerosos elogios por parte de amigos y enemigos durante su carrera. Muchos piensan que hubiera estado a la altura de Alí. Pero eso nunca lo sabremos.

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