sábado, 26 de abril de 2014

Mundo Pelotudo 3x20 - 26 de abril de 2014

¿Cómo puede ser que un programa hecho por un vikingo como Ángel Marbán y un indio como Luis Tejo salga completamente azulgrana? Son las cosas de la radio, q ue siempre sorprende. Casi tanto como las maratones prohibidas, los beisbolistas torpes, las selecciones con mote, las reflexiones profundas sobre el paso del tiempo y muchas más cosas que da de sí una hora de radio. Suena raro, pero es que esta semana tenemos ganas de pinchar. Escúchalo y lo comprenderás, y de paso disfrutarás.

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jueves, 24 de abril de 2014

¿Es importante el ánimo de la afición para un deportista?

Ángel Marbán, madridista de pro, debe reconocer que el día que el Atlético de Madrid y el Barcelona se enfrentaron en la vuelta de cuartos de final de la Champions League perdió varios kilos. La intensidad con la que los “legionarios” del ‘Cholo’ Simeone, como les han bautizado algunos, barrieron del campo al Barça para pasar a semifinales después de 40 años, le dejó muerto desde el sofá. Qué tensión. Y buena parte de ella provocada por una grada y una afición de la que, en muchos aspectos y, sobre todo, en el del apoyo, el ruido, y el miedo escénico, muchas deberían aprender.

Afición. Estadio lleno. Ruido. Emoción. De ese tipo de conceptos es de lo que quiso hablar en el último programa Ángel en su Zona Mixta. Y es que mucho se ha hablado (y aún se habla) sobre la condición física del Atlético de Madrid esta temporada. Se dice que por la forma de jugar que tiene, el equipo rojiblanco acabará acusando el cansancio y no llegará físicamente a ese tramo decisivo de la temporada (que me parece a mí que ya estamos en él y no se les nota en nada). Pero parece que en partidos y en momentos como el de esta semana ante el Barça la afición pone, si cabe, un punto más de motivación y de energía para que los jugadores den un poco más de sí todavía.

La pregunta es: ¿Hasta qué punto es importante la afición en un momento como este? ¿En qué medida cuenta que un equipo o un deportista tenga detrás a un público ruidoso que meta presión a los rivales para que éste consiga rendir más o acercarse mejor a sus objetivos?

Podemos pensar que, probablemente, sin el griterío y los cánticos constantes del otro día, un futbolista del Atlético de Madrid podría haber llegado un segundo más tarde a balones divididos. Muchas veces es esa sensación de empuje externo, ese saber que hay miles de personas mirándote en directo y animándote para que llegues a tu objetivo, el que te hace dar un punto en tu rendimiento que de lo contrario no podrías dar. Se dice que la psicología y la mente tienen un papel fundamental en el rendimiento deportivo, y al fin y al cabo una afición es un apoyo psicológico para un equipo.

Sin embargo, quizás esto no puede traducirse por igual en todos los deportes. El fútbol, el baloncesto u otros deportes colectivos dan pie por motivos de concepto del juego, por afición popular o porque son más cómodos para reunir a miles de personas, a que existan auténticas masas sociales detrás de ellos. También algunos individuales, como el tenis, el ciclismo (que podríamos decir que es mixto) o el atletismo. En todos ellos, la presión de uno o cientos de aficionados puede darle un plus a un deportista o quitárselo a otro. Sin embargo, ¿escucha un nadador a la gente que le grita desde la grada cuando está en el agua? ¿Piensa un haltera en la gente que le observa en silencio antes de levantar cientos de kilos?

No en todos los deportes se puede animar de la misma forma. En algunos, incluso, existen normas de comportamiento que exigen silencio en determinados momentos, como en el tenis. ¿Significa eso que en estas disciplinas los deportistas rendirían mejor en recintos vacíos? Entonces sabrían que compiten para ellos solos, no para el resto.

Todo ello sin mencionar algo de lo que ya hemos hablado: ¿Es una falta de respeto utilizar a la afición para desmotivar o descentrar al adversario en lugar de limitarse a animar al deportista afín?

sábado, 12 de abril de 2014

Mundo Pelotudo 3x19 - 12 de abril de 2014

Radiantes de felicidad os traemos el Mundo Pelotudo vuestro de cada semana. Brilla el sol primaveral, nuestra musa Lidia Valentín gana campeonatos a pares, los oyentes nos dais material más que de sobra para rellenar la sección de participación ciudadana... Ángel Marbán y Luis Tejo estamos que nos salimos de contentos. Por eso, aunque la actualidad semanal trae un par de noticias chugas, estamos que desbordamos alegría. Así que le dedicamos el programa a la afición, que además es la gran protagonista de la Zona Mixta de esta semana. ¿Que de qué diablos estamos hablando? Pasad, escuchad y descubridlo...

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miércoles, 9 de abril de 2014

Batallitas: Teófilo Stevenson, el boxeador rojo

Regresamos en esta sección sin nombre para repasar la carrera de una figura simbólica y curiosa del deporte que nació un 29 de marzo, de hace 64 años, en 1952. Se trata del boxeador cubano Teófilo Stevenson, ese hombre que prefirió ser leal al régimen político de su país antes que “venderse” al dinero y la fama que pretendían reclutarle para la causa.

Teófilo Stevenson es todo un mito de la historia del boxeo, y eso que nunca sabremos realmente cuál fue su nivel real con respecto a las otras estrellas que fueron contemporáneas a él. De entrada ostenta todo un récord, pues fue el segundo atleta de toda la historia que logró proclamarse triple campeón olímpico. Eso sí, nunca abandonó el boxeo amateur.

 “El Pirolo”, como se le conoció durante su carrera, un apodo puesto por el líder de la Revolución y del régimen comunista cubano, Fidel Castro, que siempre se jactó de ser “su amigo” y que se aprovechó de su fama para su causa política, nació a poco menos de 700 kilómetros de La Habana, procedente, como no podía ser de otra forma, de una familia humilde. Creció como un niño más, entre plantaciones de algodón; Pero el destino le tenía reservados otros planes.

Teófilo se aficionó al boxeo por su padre, quien llegó a pelear en algunos combates sin demasiado éxito. Ya en el colegio era frecuente verle pelear con sus compañeros y rápidamente fue iniciado en el mundillo por un ex campeón cubano de los años treinta, John Herrera. Los inicios de Stevenson no fueron buenos. Perdió varios combates y, para empeorar la situación, tras la revolución cubana en 1962 se abolió toda práctica de deporte profesional en el país. En lugar de eso se pone en marcha la Escuela Cubana de Boxeo, destinada a captar a los mejores talentos nacionales, pero en tono amateur.

Sin embargo, ¿podríamos llamar amateur a un boxeador que fue capaz de proclamarse tres veces campeón de unos Juegos Olímpicos? Teófilo Stevenson logró 301 victorias en 321 combates, entre ellas las preseas en Múnich 1972, Montreal 1976 y Moscú 1980; Además, se llevó los campeonatos del mundo de aficionados en 1974, 1978 y 1986 y un incontable número de títulos en otras competiciones internacionales.

Obviamente, su éxito no pasó desapercibido para el “enemigo americano”, donde el boxeo siempre ha sido un gran negocio y un espectáculo muy popular. Varias veces trataron los Yanquis de organizar una pelea “del Siglo” que enfrentase a la gran estrella cubana y, por ende, comunista, con alguno de los pesos pesados del país bandera del capitalismo. Era la época de grandes nombres como Joe Frazier o, sobre todo, Muhammad Alí. Se dice que le llegaron a ofrecer cinco millones de dólares por pelear con este último, pero fue entonces cuando llegó su lapidaria e histórica cita: “Prefiero el cariño de 8 millones de cubanos a todo el dinero que me puedan ofrecer”. Castro se regodeaba en su sillón con su puro en la boca.





“Antes rojo que rico”. Esta es la sentencia que ha quedado sobre la vida de un hombre que recibió numerosos elogios por parte de amigos y enemigos durante su carrera. Muchos piensan que hubiera estado a la altura de Alí. Pero eso nunca lo sabremos.

martes, 8 de abril de 2014

¿Cuál es la finalidad del deporte?

Como nuestros oyentes sabrán (y si no se lo contamos), hace poco Marta Domínguez fue absuelta por el Comité de Disciplina de la Federación Española de Atletismo por supuesto dopaje en el año 2009, fecha en la que se proclamó campeona mundial de los 3.000 metros obstáculos. Esta acusación partió de la Federación Internacional de Atletismo, pero una vez más se ha producido un “enfrentamiento” entre los organismos internacionales y nacionales en esta materia. Con los nuestros, otra vez, defendiendo a una atleta patria aun a riesgo de que quedemos ante la opinión pública internacional como poco menos que drogadictos, cuando vamos por ahí diciendo que tenemos “tolerancia cero” con el dopaje.

Sin embargo, este no es exactamente el caso que pretendíamos exponer esta vez. Algunos pelotudos, como Ángel Marbán, si bien hemos argumentado en varias ocasiones que nos parece que el dopaje cada vez es más fuerte en determinados deportes porque se “necesita” ante la creciente presión por obtener resultados deportivos y un espectáculo que en cada competición supere a la anterior cuando esto no es posible, e incluso hemos defendido que el revisar casos de dopaje de hace años en base a reglas nuevas para pillar a gente que se dopaba hace décadas nos parece aberrante, tampoco somos ajenos a una realidad en este país: no tenemos tolerancia cero con el dopaje.

Dicho esto, y discutiendo con gente amiga de este programa, surgió una duda existencial a la hora de hablar del caso: ¿Cuál es la finalidad de un deporte? En este caso, ¿cuál es la finalidad del atletismo?

Está claro que si un atleta (Marta Domínguez en este caso) se dopó (no lo sabemos, es un suponer, no está demostrado) para ganar un campeonato lo hizo para ser mejor que los demás, para obtener un resultado positivo. Pero, realmente, ¿qué busca Marta Domínguez cuando practica deporte? 

Según un amigo, la finalidad, en este caso, del atletismo como disciplina deportiva es “buscar los límites del ser humano”. En velocidad, por ejemplo, se dice que Usain Bolt es el ser humano del futuro porque sus récords han sido demasiado brutales en relación con los que ya había. Se ha adelantado varias décadas. Pero quizá (y esto es lo que piensa Ángel Marbán), Usain Bolt no está pensando en encontrar los límites del ser humano cuando corre. Quizá sólo piensa en divertirse. O en ser el mejor de su época. O el mejor de la historia. O quizá, simplemente, busca la fama. O el dinero

De hecho, algunos deportes no podrían ser lo que son sin el dinero. Por eso no le parece a Ángel Marbán aberrante que se diga (lo piensa) que el fútbol, más que un deporte, es un negocio. Y no lo dice en sentido peyorativo. Porque también piensa que sin la publicidad, sin las televisiones, sin la fama de los futbolistas, el deporte en sí no tendría posibilidades de ser tan atractivo como lo es a los ojos del público. No habría dinero para tanta cámara, repetición súper lenta, imagen en HD, estadios inmensos con ambientes emocionantes…

Por eso, quizá, la finalidad de un deportista pueda ser la fama y eso no pueda criticarse desde un punto de vista de falta de ética. Por eso, quizá, si no se fuese tan estricto con el dopaje, si el discurso no fuera tan hipócrita, siendo capaz de señalar con el dedo, por un lado, a todo el que come un picogramo de carne en mal estado por pura casualidad y por otro reclamando de forma subliminal que en cada competición el ser humano haga más de lo que realmente puede hacer porque si no no se genera dinero, el dopaje, visto como complemento energético de ayuda para llegar a límites imposibles de llegar de forma natural, no se vería como ahora.

¿Cuál es el límite del tenis, entonces? ¿Ser el más técnico con la raqueta? ¿Y el de la natación?

sábado, 5 de abril de 2014

Mundo Pelotudo 3x18 - 5 de abril de 2014

Las tres semanas de ausencia nos han dado para preparar un programa repleto del mejor deporte. ¿Sabes en qué país no americano el béisbol es pasión de multitudes? ¿Conoces la historia del más grande boxeador que ha dado Cuba? ¿Te imaginas cómo ha conseguido un italiano pasar de 250 kilómetros por hora sin motor? ¿Hasta qué edad crees que es posible participar en un partido de balonmano? Todo esto y mucho más te lo cuentan Ángel Marbán, Luis Tejo y Dani Collado durante la próxima hora.

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