jueves, 6 de diciembre de 2012

¿Qué ocurre en la natación sincronizada española?

Hay un tema delicado que tarde o temprano había que abordar en la Zona Mixta de Ángel Marbán: todo el lío que se ha generado en torno a la natación sincronizada y a la seleccionadora Anna Tarrés tras los Juegos de Londres. La polémica viene de hace ya tiempo, pero aprovechamos la noticia que se ha conocido esta semana de que Tarrés deberá ser readmitida en su cargo hasta la finalización de su contrato por decisión judicial, para recopilar y hacer balance.


Todo comienza cuando, a finales de septiembre y tras los Juegos Olímpicos, quince nadadoras de sincro firman una carta en la que se denuncian abusos, amenazas y vejaciones, según ellas, por parte de Anna Tarrés a lo largo de su desempeño como preparadora del equipo nacional. Aunque se ha hablado y mucho de los ejemplos concretos, los recordaremos:

  • "No vengas aquí a hacerte la estrecha si te has follado a todo lo que se mueve", a una nadadora de 14 años por no realizar una posición correctamente en un ejercicio.
  • "Habrás quedado bien en figuras, pero con lo gorda que estás no puedo desfigurar el equipo", a otra de las chicas, que medía 1,75 m. y pesaba 57 kilos, y que reconoce que posteriormente tuvo bulimia.
  • "Sal del agua, gorda, vete al psicólogo, me dijo y me echó porque no entendía el catalán", subrayó otra nadadora.
  • "Tengo muchas nauseas, puedo salir del agua a vomitar", cuando llevaba cinco horas en la piscina. Tarrés responde: "No, trágatelo, que aún te queda hora y media para terminar y si no, fuera, te vas a tu casa y no vuelvas".
  • "No vas a ir a recoger la medalla de bronce de la Real Orden del Mérito Deportivo porque eres inferior a las demás del equipo", se supone que le dijo a Laura López.
  • "Esta medalla no te la mereces, no has hecho nada por conseguirla. Es para mi hija, que le hace mucha ilusión", le dijo a Paola Tirados mientras le arrebataba la medalla del preolímpico de Pekín 2008.
  • No estés tan contenta que los méritos no son tuyos, sólo has tenido suerte de llegar en este momento", le dijo a Cristina Violán en el Mundial de Montreal 2005.

Días antes de que la carta se hiciera pública, el presidente de la Federación Española de Natación, Fernando Carpena, había apartado a Tarrés de sus funciones, destituyéndola de su cargo. Ese mismo día se nombró a Ana Montero como nueva seleccionadora. Tarrés, rápidamente, negó las acusaciones que se vierten sobre ella en la carta ("Nunca he llamado gorda a una nadadora ni la he humillado públicamente. He tenido que hacer un gran esfuerzo para recordar a algunas de las nadadoras que firman la carta y estoy convencida de que Carpena está detrás de la misma"), dijo. También negó haber encubierto algún positivo por dopaje o desposeer de alguna medalla a alguna de sus chicas, como se dijo.

El asunto, como no podía ser de otra forma, ha terminado en los tribunales. Y esta semana, con la decisión del juez de readmitir a Tarrés como seleccionadora (hasta finales de 2012), se han conocido detalles que apuntan, y aquí reside el problema de todo, a una estrategia de desprestigio hacia su figura justo en el momento en el que terminaron los Juegos. Se sabe, por ejemplo, que Carpena envió un email a la responsable de comunicación de la Federación en el que se dice: "A partir de este momento dejamos de glorificar las hazañas del cuerpo técnico de Sincro y enfatizamos el esfuerzo del colectivo de nadadoras". Se sabe también que a Tarrés se le expulsa de su cargo pero se le readmite después, aunque manteniéndola al margen, lo cual es una completa contradicción, aunque encargándole tareas administrativas que, examinadas, parecen bastante encaminadas a humillarla personalmente.

Estos detalles hacen que se empiece a dudar de verdad sobre el contenido de la carta de las nadadoras, aunque no es nuestra intención juzgar a nadie sin pruebas. Un ejemplo muy ilustrativo es que uno de esos informes propios de un administrativo que se le encarga a Tarrés en su destierro va encaminado a evaluar lo hecho por las chicas en los Juegos, y en él, la seleccionadora deja en muy buena situación a una de las nadadoras con la que había tenido supuestos problemas, Thais Enríquez, que afirmó que había que firmar un contrato de representación con ella "o atenerse a las consecuencias en la piscina" (ella se negó a firmarlo). No es muy lógico.

No obstante, lo que de verdad ha calado en la sociedad de todo este asunto es la dureza con la que se trata a los deportistas de élite, en ocasiones muy jóvenes, a la hora de prepararlos para citas como Mundiales o Juegos Olímpicos. Muchos se sorprenden ahora, pero lo cierto es que es de sobra conocido que se rozan límites muy personales a la hora de apretar a los deportistas para lograr rendimiento y competitividad. ¿Hasta qué punto es sano que se le exija tanto desgaste mental y físico a una persona? ¿Es eso deporte?

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