Ángel Marbán, madridista de pro, debe reconocer que el día que el Atlético de Madrid y el Barcelona se enfrentaron en la vuelta de cuartos de final de la Champions League perdió varios
kilos. La intensidad con la que los “legionarios”
del ‘Cholo’ Simeone, como les han bautizado algunos, barrieron
del campo al Barça para pasar a semifinales después de 40 años, le dejó muerto desde el sofá. Qué
tensión. Y buena parte de ella provocada por una grada y una
afición de la que, en muchos aspectos y, sobre todo, en el del
apoyo, el ruido, y el miedo escénico, muchas deberían aprender.
Afición. Estadio lleno. Ruido. Emoción. De ese tipo de conceptos es
de lo que quiso hablar en el último programa Ángel en su Zona Mixta. Y es que mucho se
ha hablado (y aún se habla) sobre la condición física del Atlético de
Madrid esta temporada. Se dice que por la forma de jugar que tiene,
el equipo rojiblanco acabará acusando el cansancio y no llegará
físicamente a ese tramo decisivo de la temporada (que me parece a
mí que ya estamos en él y no se les nota en nada). Pero parece que
en partidos y en momentos como el de esta semana ante el Barça
la afición pone, si cabe, un punto más de motivación y de energía
para que los jugadores den un poco más de sí todavía.
La pregunta es: ¿Hasta qué punto es importante la afición en un
momento como este? ¿En qué medida cuenta que un equipo o un
deportista tenga detrás a un público ruidoso que meta presión a los
rivales para que éste consiga rendir más o acercarse mejor a sus
objetivos?
Podemos pensar que, probablemente, sin el griterío y los cánticos
constantes del otro día, un futbolista del Atlético de Madrid podría
haber llegado un segundo más tarde a balones divididos. Muchas
veces es esa sensación de empuje externo, ese saber que hay
miles de personas mirándote en directo y animándote para que
llegues a tu objetivo, el que te hace dar un punto en tu rendimiento
que de lo contrario no podrías dar. Se dice que la psicología y la
mente tienen un papel fundamental en el rendimiento deportivo, y
al fin y al cabo una afición es un apoyo psicológico para un equipo.
Sin embargo, quizás esto no puede traducirse por igual en todos
los deportes. El fútbol, el baloncesto u otros deportes colectivos
dan pie por motivos de concepto del juego, por afición popular o
porque son más cómodos para reunir a miles de personas, a que
existan auténticas masas sociales detrás de ellos. También algunos
individuales, como el tenis, el ciclismo (que podríamos decir que es
mixto) o el atletismo. En todos ellos, la presión de uno o cientos de
aficionados puede darle un plus a un deportista o quitárselo a otro.
Sin embargo, ¿escucha un nadador a la gente que le grita desde la
grada cuando está en el agua? ¿Piensa un haltera en la gente que
le observa en silencio antes de levantar cientos de kilos?
No en todos los deportes se puede animar de la misma forma. En
algunos, incluso, existen normas de comportamiento que exigen
silencio en determinados momentos, como en el tenis. ¿Significa
eso que en estas disciplinas los deportistas rendirían mejor en
recintos vacíos? Entonces sabrían que compiten para ellos solos,
no para el resto.
Todo ello sin mencionar algo de lo que ya hemos hablado: ¿Es una
falta de respeto utilizar a la afición para desmotivar o descentrar al
adversario en lugar de limitarse a animar al deportista afín?
No hay comentarios:
Publicar un comentario