Corren
malos tiempos para el deporte profesional en términos económicos. La crisis
golpea a todos, y si hasta en el fútbol andan muy tocados algunos clubes con
los temas de impagos y de concursos de acreedores, imaginad cómo andan
los demás deportes.
Ahora
es el baloncesto el que ocupa las primeras páginas de este "libro de los
horrores" que está siendo una temporada en la que en nuestra Zona Mixta
hemos dedicado más tiempo que nunca a denunciar y explicar problemas, medidas y
enredos de tipo financiero con equipos implicados.
En la Liga Endesa
(antigua ACB) llevan unos días de mucho lío. Lío porque los jugadores amenazan
con ir a la huelga y paralizar los playoffs, que acaban de comenzar.
¿Y
por qué esta rebelión? Pues por temas de negociación de convenios. Un proceso
que quedó paralizado a principios de esta semana, cuando la Asociación de
Baloncestistas Profesionales (ABP) decidió levantarse de la mesa de
negociaciones con la Asociación de Clubes de Baloncesto (la ACB), porque
consideró inadmisible que, según ellos, los clubes decidieran romper su
supuesta promesa (sostienen los jugadores) de negociar simplemente la
ampliación del actual convenio que regula la situación laboral de los
profesionales de nuestra Liga, que data de 1993, y simplemente realizar algunas
modificaciones.
Dicen
ahora desde la ABP que los clubes pretenden cambiar este convenio. ¿Por qué?
Pues porque la situación, evidentemente, no es como la de 1993. Y de ahí que
como las partes no logran ponerse de acuerdo, la ABP amenaza con ir a la huelga
hasta que no se retomen las conversaciones bajo el punto de partida que ellos
consideran que debe imperar.
La
ACB se ha defendido a través del siguiente escrito: "La ACB
reitera su voluntad total de alcanzar un acuerdo. Es justo recordar que los
clubes ACB aceptaron la mayoría de propuestas planteadas en su día por la ABP e
incluso fueron más allá en otras que no propuso el Sindicato y que mejoran
sustancialmente las condiciones de trabajo de los jugadores. Si bien la ACB
insiste en su apertura a debatir otros asuntos del convenio, también quiere
limitar dichas negociaciones a un ajuste real del Sindicato a la situación
general de recesión y crisis actual" Y pone un ejemplo: "La
aportación de fondos para el sostenimiento del Sindicato, que asciende a
475.000 € por temporada y que durante la vigencia del convenio ha supuesto una
cifra próxima a los 10 millones de euros".
Por
contra, el sindicato tiene las siguientes reclamaciones:
-
Incremento del salario mínimo que en la actualidad está en 25.000€.
-
Libertad de contratación, sin restricción alguna, para aquellos jugadores que
decidan extinguir su contrato con arreglo al Decreto 1006. (El decreto regula
las relaciones contractuales de los deportistas de élite y viene a decir que un
jugador puede forzar la salida unilateral del club con el que tiene contrato
siempre que indemnice adecuadamente a ese club).
-
Incremento de la oferta cualificada previa al ejercicio del tanteo del 55% al
100% (la ACB acepta sólo el 65%). El
ejercicio de tanteo es cuando un club puede igualar la oferta hecha por otro a
un jugador suyo para asegurarse de que no se vaya.
-
Exclusión de la competición de aquellos clubes que recurran al procedimiento
concursal.
-
Preservar el Fondo Social
- Regulación de la Incapacidad Laboral Transitoria.
-
Vacaciones de Navidad.
-
Imposibilidad de contratar jugadores durante la temporada mientras existan
deudas salariales pendientes.
- Doblar
la actual cobertura del Fondo de Garantía Salarial así como la agilización de
sus trámites.
- Pérdida
del derecho de tanteo para aquellos clubes que no se hallen al corriente de
pago.
Dice el Seleccionador nacional de baloncesto, Juan Antonio Orenga, que "hay
que poner los pies en el suelo y aterrizar en la situación que tenemos. Todos
deben hacer un esfuerzo". Quizá
algunas medidas, como asegurar los pagos (hay jugadores que llevan seis meses
sin cobrar), o castigar a los clubes que no paguen son muy buenas. Otras, como
el incremento del salario mínimo, algo complicadas de defender dado el tiempo
en el que estamos. Sin embargo, al tratarse de deportistas que, de alguna
forma, tienen un "trabajo" poco común, que de alguna manera prestan
un servicio social y demás, entramos en el eterno debate: ¿Merecen cobrar más
que otros trabajadores de a pie? ¿Qué
os parecen las medidas? ¿Creéis que a los deportistas se les paga por hacer "nada"? ¿Que no generan lo que cobran? ¿Que es criticable en tiempos de crisis
que hagan estas cosas?.
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