viernes, 30 de mayo de 2014

¿Ser "muy hincha" de un equipo es positivo o negativo para el deporte?


Luis Tejo escribió una vez en VAVEL un artículo titulado “Hartos del Clásico” en el que exponía, en plena efervescencia de los enfrentamientos 'pseudo violentos' entre el Madrid de Mourinho y el Barça de Guardiola, que había vida más allá de estos dos equipos. Ahora, en plena efervescencia de enfrentamientos entre su Atleti y el Madrid, el último de ellos en la final de la Champions, probablemente no estará harto de derbis. O sí…
El caso es que hay una noticia que fue bastante comentada con respecto a esa final: La renuncia, por parte del Ayuntamiento, a instalar una pantalla gigante en la Puerta del Sol de la Capital para que los madrileños pudieran ver el partido. Madrileños sin distinción de colores, por supuesto, en un alarde de entusiasmo por parte de un Consistorio que quiso transformar ese día en una fiesta del fútbol madrileño. Lógicamente.

La cosa es que, por una vez, dirigentes rojiblancos y merengues actuaron de forma conjunta y con bastante cordura para quitarle al Ayuntamiento esa idea de la cabeza. Promover que aficionados del Madrid y del Atleti se juntasen en una gran plaza para ver juntos el partido más importante de su historia reciente era una invitación al peligro de la violencia y una puerta abierta para esos energúmenos a los que les da lo mismo montarla en una manifestación política que en un campo de fútbol. Podría haber sido una combinación casi atómica: Fútbol, final de la Copa de Europa, rivalidad absoluta, cero barreras entre aficiones y mucho espacio para “expresarse” de cualquier manera. Por no mencionar el factor alcohol, si bien no dentro de la Puerta del Sol, pero consumido a raudales antes y después de la final. Y grandes cantidades de mobiliario urbano como elementos de diversión.
El lugar de la discordia en los días previos a la final
El Ayuntamiento accedió a hacer caso a los clubes, que no vieron la iniciativa aconsejable desde el principio, no sin dejar claro que la cosa “se exageraba” y que las aficiones del Madrid y el Atlético no son violentas. La Delegada del Gobierno en Madrid, sin embargo, fue también bastante tajante para dar un ejemplo clarísimo: “¿A quién se le ocurriría concentrar en la Plaza de Mayo de Buenos Aires a las aficiones de River y Boca o en cualquier plaza de Londres a las de Arsenal y Chelsea? Se podían provocar incidentes pese a que en estas dos aficiones impera el buen comportamiento. Aun así el riesgo está ahí, sin querer criminalizar a ninguna de las hinchadas”.

Prácticamente todo aficionado al deporte o entendido de estas cosas estuvo de acuerdo con la medida adoptada, pero siempre hay gente menos seguidora del día a día deportivo que no vio lógico que “el forofismo” llegue al extremo de que personas que apoyan a distintos equipos no pudieran juntarse para ver un partido de fútbol. Gente que consideró algo bonito que dos equipos de la misma ciudad jugasen el partido más importante de la temporada a nivel europeo y es muy interesante, ya que no hay nadie mejor que una persona no aficionada a ningún equipo en particular para juzgar estos hechos con la mayor objetividad posible. Para alguien que si ve un Madrid-Barça de baloncesto quiere que gane el Madrid pero se va a la cama igual si gana que si pierde y que nunca entenderá cómo la gente puede sufrir de insomnio, llegar mal al trabajo o pasar un fin de semana recluida en casa porque su equipo pierda, es triste que el deporte sea tan radical. Que la afición por algo sea tan intolerante.

Así que preguntamos: ¿Hasta qué punto es bueno ser forofo en el deporte? ¿Apoyar de forma enérgica a un equipo o sentir el deporte de manera muy radical hace que tengamos mejores resultados o un mayor rendimiento? ¿Sentir los colores potencia nuestras cualidades? ¿O por el contrario desvirtúa la finalidad misma de lo que debería ser el deporte?

No hay comentarios: